miércoles, 28 de enero de 2009

Leonidas, el Gorila Libidinoso

Leonidas cumple hoy 88 años. No parece porque se mantiene regio, no tiene canas y sus ojos vivarachos demuestran todavía muchas ganas por vivir. Mi querido Leonidas, mi gorila de peluche que me acompaña a diario frente a mi escritorio perfectamente camuflado.
No hay contadora que no sucumba a sus encantos. L. es la mas cariñosa, todas las mañanas al pasar junto a él lo acaricia y le dice “Buenos Días Leonidas”, R. también ya lo apachurra..Leonidas se llena de felicidad, como su predecesor, mi padre, quien también se llamaba Leonidas y también cumpliría 88 años hoy, es mas, fue mi padre quien ubico primero al gorila de peluche y me lo regalo.
Mi primer recuerdo del primer Leonidas es en la hacienda, botas verdes que sonaban “cranch” “cranch” cuando pisaba los maizales secos, cargándome sobre sus hombros , sintiéndome yo enorme, viendo todo desde una perspectiva inusual, desde el cielo. Olía su pelo, siempre parado y trinchudo, se podían azar jabalíes en esos trinches tan característicos de el. Recuerdo una vez que viajamos solos a Cuzco y me encargue de arreglar su cuarto, haciendo de mini ama de casa. Recuerdo cuando me despertaba de madrugada para despedirse y tomar el primer vuelo a Cuzco, como aun somnolienta le rogaba que se cuide, le daba escapularios para que lo protejan y comenzaba a extrañarlo. De adolescente tengo pocos recuerdos, salvo cuando a mi pobre amigo el Chef le pidió explicaciones de como se ganaba la vida estando aun en colegio, le doblaba en altura y ancho y se confundió pensando que tenia mas años de los que aparentaba.
Cuando vio que el inconfesable aparentemente tenia más edad que el, le dio tal ataque de risa que todos nos relajamos, no podía aceptar esa escena como real y la tomo deportivamente para luego olvidarla, no se complicó más con la historia.
Cuando yo vivía en Europa nos divertimos muchísimo. Venia cada año para que trabajemos juntos en ferias. Una vez nos tocó hacer la Feria de Dortmund solos, nos toco una clienta que bajó el precio de un tapiz ayacuchano hasta el piso, iba a resultar mas barato que en Perú pero como la cliente era guapa, el estaba listo para regalárselo, armé tal escándalo que pensé que la cliente saldría corriendo, por el contrario, le encanto la escena y lo compro sin dudar. La captamos inmediatamente, pusimos precios exorbitantes y armados de mi talento histriónica, su coquetería y el consumismo malsano alemán vendimos como nunca.
Luego de esa feria me acompaño en mi primer viaje a la Universidad, recuerdo que viajamos de madrugada entrando en la región industrial, bordeado el Rin. Las chimeneas escupiendo fuego le fascinaban, extasiado mientras yo me sumía en el peor presentimiento terrorífico, ¿serian los mismos hornos del holocausto? Para el, el paisaje industrial era el Nirvana, como buen Ingeniero y empresario que era, para mi era el infierno pero el me acompañaba, no podía ser tan malo.. Escogimos juntos el cuarto donde viviría, abrimos la cuenta bancaria a la que solo depositaste 2 meses y luego nos regresamos al Norte, donde vivíamos, pero yo ya instalada como universitaria.
Luego nos visitaría cada año, para hacer ferias en Bélgica, Inglaterra y siempre su adorada Alemania. En Francia se nos acabo el dinero y terminamos tomando vino de caja, quesos y baguettes en el parqueo de autos, nos divertíamos a morir riéndonos de esa comida de clochards que para nosotros era el mejor festín. En Inglaterra nos fuimos de parranda persiguiendo los mismos pubs de los Béatles y se mezclaba con los punks de la época, extasiado con la música, cuando finalmente entramos a comer el típico pescado con papas fritas y limones ingles ( fish & chips), escuchamos gritos ensordecedores; El dueño del local era español y lo había ubicado, conversando a sus anchas, igual que en Grecia al dar con el único hotel de dueño hispanohablante, claro que no importaba que en vez de aterrizar en Atenas lo había hecho en Rodas, la isla de los colosos. Le encanto el desliz, no importo que mientras perseguía su avión que despegaba, la tierra temblase y mi madre quedase atrapada entre la desdicha de haber bajado en el aeropuerto equivocado, el temblor que sucedía o tener por marido un loco que perseguía un avión para hacerlo regresar. Son tantas las anécdotas suyas que solo de pensar en ellas nos reímos a morir, dicen que inspiraste las películas de Louis de Funnes, fué tan bueno tenerlo y es tan bueno recordarle ahora! Festejaremos este cumpleaños con el gorila libidinoso, seguro que ese día L. le da el beso que tanto espera y por fin le sacara la lengua al Leonidas de arriba por haber logrado aquí en tierra lo que el original ahora tiene arriba; la compañía de los ángeles.

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