sábado, 24 de enero de 2009

Geografia hormonal

Me miras con tus ojos de cielo y me comunicas por ante penúltima vez que te vas, que esta vez es definitivo, que te das este año aun para lograr algo laboral en esta parte del mundo pero si no resulta, te vas definitivamente y te concentras en tu país. Me miras con tus ojos de cielo y me traes por antepenúltima vez otra vez un escenario dantesco en el que no te das cuenta que nos catapultas. Otra vez tus desvaríos geográficos, ¿Cuántas veces lo has hecho? ¿10 veces?¿ En estos 10 últimos años?
No parpadeo, no me inmuto, no te voy a dar el gusto de demostrarte como destrozas mi corazón, como inconcientemente me vuelves a lanzar al ruedo de la individualidad e independencia, por antepenúltima vez.
Otra vez tus desvaríos geográficos. Has sido tan paciente y maduro en mis desvaríos hormonales que no me queda otra que seguir en mi papel ecuánime y pasivo, esperare, como siempre, a que aterrices, a que vuelvas, a que te encuentres en nuestros ojos y corazones, a que tu propia brújula interior te devuelva donde perteneces, con nosotras pero la receta es simple, esperar, esperar a que tus propios pies te devuelvan al camino donde nadie te exige nada, solo tu presencia.
¿Y quien te garantiza que esta vez me encuentres sola? Estoy tan embriagadita actualmente que no puedo decir donde amaneceré mañana, no puedo garantizarte eso, ni siquiera ahora que estas a nuestro lado, pero sabes que mi corazón y los 23 últimos años te pertenecen y eso nadie te lo quitará a ti ni a mi, por muchos lugares que busques para encontrarte, por muchos desvaríos hormonales que yo tenga, tenemos ya una historia juntos y esa existe, es palpable, nos nutre aunque sea para vivir de recuerdos.
Búscate, encuéntrate y regresa, yo seguiré buscándome, encontrándome quizás en brazos extraños pero encontrándome al fin para poder compartir contigo siempre lo que quieras compartir, nuestra historia, nuestros recuerdos, nuestras aventuras en todas las latitudes y nuestro común anhelo de no estancarnos, de no encasillarnos, de no etiquetarnos y seguir siendo dos niños grandes por toda la eternidad, donde sea que nuestra búsqueda nos lleve.

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