viernes, 4 de diciembre de 2009

Llorando sangre

Debajo del ojo izquierdo tengo un lunar negro, negro como la noche. Este lunar acaba de dar a luz un barrito negro, negro como el olvido. No puedo concebir tanta negrura junta y hurgo, hurgo en estas oscuridades superpuestas hasta que logro separar el barrito del lunar, ahora el barrito es mayor de edad y debe buscar la independencia de su madre, el pobrecito yace como un puntito negro, negro como la culpa encima de mi hermoso y regordete dedo rosado.
Olvido el barrito que seguro cayo en el abismo de mis pasos y sigo con mi quehacer. De pronto, porque siempre hay un de pronto en mis horas, siento algo correr por mi mejilla, algo viscoso, espeso, tibio y escondido, como la lava que sale del cráter sin hacer mas aspaviento que su sola presencia, conciente de lo que va a ocasionar. Corro al espejo y la veo, una hermosa, gorda, casi coagulada gota de sangre emana del huequito que dejo el barrito inocente en su madre lunar. Me maravillo con mi gota de sangre, la observo como sigue a la gravedad quien la seduce hacia abajo. Mi hermosa gota de sangre no encuentra una superficie lisa en mi rostro y se estanca en alguna irregularidad de mi mejilla, y yo me maravillo con mi imagen de Madona religiosa llorando sangre. Si tuviese una cámara me fotografiaría y saldría mañana en una portada sensacionalista, presentándome como el nuevo milagro que desecha a los pishtakus de la atención y morbo del publico limeño, pero mi gota no esta lo suficientemente convencida de su rol protagónico, se estanca en mi mejilla dejándole solo un minúsculo surco coagulado rojo, un camino de espinas que desciende de la negrura del lunar, lastima! Pero mi gota tiene otro mensaje, al verla bajar tan lentamente sentía que se llevaba toda mi pesadez, dejándome ya liviana y contenta, llena de optimismo y alegría, después de todo ¿ quien puede jactarse de haber llorado sangre?

No hay comentarios:

Publicar un comentario