martes, 30 de marzo de 2010

Señor de los Temblores, Señor de mis Amores

Todo negro, dicen que es por el humo de las velas, el hollín recopilado en 400 años de devoción y fe pura. Un Cristo delgado, una cruz enclenque, nada imponente si lo ves bien, humilde, esperando, compartiendo, ennegreciéndose nuevamente. Dicen que era solo morocho, ahora es negro carbón, de un textura negra reluciente, como si su piel fuese copia fiel africana, en textura y color, seda de suave y negra de color.
Que hermosa es la Semana Santa en Cusco. Se respira por todos los poros y hasta los más distraídos que no se dan cuenta en qué fecha están, confiesan a voz en cuello sin mayor malicia “ ¿hoy es Lunes Santo? “ sucumbiendo a los recordatorios con el Ñujchu que se vende en todas las esquinas, flor roja que brinda cual roció al Señor dulzura y frescura.
150,000 personas esperan para recibir la bendición del pequeño Señor, viniendo de todas las direcciones, como si su convergencia local alimentase su convergencia esperanzadora de, gracias a su Patrón Jurado, renovar sus promesas de bien, de cambio positivo. El Señor une a todos en su recorrido ampliado. Visita a las monjas de Claustro de Santa Teresa, bendice a la Sunat y entra en San Francisco donde se ofrecen los mejores potajes de esta fecha; las mazamorras, arroz con leche, maicillos, suspiros de todos los colores, empanadas de Semana Santa y variedad de anticuchos condimentan esta costumbre de fe y algarabía. Los niños juegan en la larga espera, los mayores se sientan en cualquier lugar que la calle les ofrece y la luna, esplendorosa, redonda, llena de esperanza a todos los reunidos. Dicen que cuando la Luna se presenta tan magnífica es que será un buen año y en eso queremos todos creer mientras lo esperamos, deleitándonos bajo la luz plateada de esa Luna blanca coqueta que le ofrece al Señor negro su mejor regalo; su completa y desinhibida belleza.
María Angola retumba, despertando en mí los recuerdos de sus historias, dicen que cuando su badajo era de oro su tañir se oía hasta la laguna de Huacarpay. Su tañir inunda completamente mi corazón y me recuerda el otro corazón que late débilmente, luchando por su vida. Ruego, ruego fervorosamente porque ese corazón resista, luche por su vida, venza esta terrible batalla que le toca librar a tan corta edad. Sé que lo lograras, querido muchachito desconocido. Siempre quise conocerte y las historias que tu padre compartió conmigo sobre tu vida forjaron un personaje mítico y especial, digno de todas las bendiciones de este Señor que esta noche te brinda su bendición, a lo lejos. Lucha muchachito, tu puedes, tu lo lograras. Que las campanadas de la María Angola lleguen hasta tu corazón y lo inunden de fuerza., luego, la bendición del Señor sellara tu destino y te acompañara en esta batalla que ya no la libras solo.
Las Sirenas de los bomberos comienzan a aullar, ellos mismos, montados sobre sus carros se ponen en posición de saludo, enmarcando la bendición con su tributo y sacrificio diario. La plaza se llena de fervor, cada uno libra su batalla interior, rezando, llorando, pidiendo, ofreciendo, dando su momento más intimo de fe posible, renovada en este Lunes Santo, del Señor de los Temblores, Señor de mis amores.

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