lunes, 19 de octubre de 2009

Tuareq citadina

Nómade, debo ser una nómade innata, antidiluviana, jurasica y desertica.
El solo pensamiento de tener que hacerme de una propiedad me llena de tristeza y abruma. Parece ser la única salida a la crisis familiar. El sueño de muchos para mi, se vera hecho realidad, por fin tendré un techo propio y sin embargo la sola idea me repulsa constatando que mi espíritu no tiene la mínima necesidad de un titulo de propiedad para consolidar su lugar en el mundo.
Mi espíritu ansia volar, moverse continuamente, respirar otros aires, ver otro panorama. Una morada significa un anclaje, una cárcel perpetua un ataúd que considerare orgullosamente mio, como el resto del mundo ¿que sentido tiene construir en el desierto, donde cada grano de arena libre significa un universo dorado, capaz de mudarse al capricho del viento? ¿ que sentido tiene construir sobre el agua, cuyos castillos furtivos los forman las ondas que reflejen el movimiento continuo del las mareas? Porque tengo que estancarme y esconderme bajo una morada que oprime mis ansias de volar ¿ acaso necesitan las palomas un nido eterno para dar su mensaje de paz? Acaso necesitan los delfines unas coordenadas estáticas para fraternizar? debo ser de otra raza interior, de otra madera para sentir que teniendo posesiones solo me empequeñezco y limito, es el desprendimiento y lo pasajero lo que justifica mi eterna juventud de espíritu, mi risa juguetona, mi mirada traviesa, porque somos libres de tomar el rumbo inesperado sin darle cuentas a nadie, ser inubicables en esta jungla de propietarios, no habidos en esta sociedad de muros de claustro, tuareq del desierto en el salvajismo citadino, ese es mi mas puro deseo interior.

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