lunes, 11 de mayo de 2009

Espiritu Santo de Antioquía









Somos muy aplicados, compramos la guía de la región Lima de Rafo León y como no se nos ocurre otra cosa la estudiamos religiosamente.
Yo escojo la ruta 5 que comprende la cuenca baja del Río Lurin y la del Río Cañete.
Es nuestro segundo día de vacaciones, dejamos a nuestros amigos silvestres: el Loro filósofo Pepe, el gato argumentero Pancho, el precioso cachorro Sublime y su hermana mas grande Princesa y enrumbamos hacia ……….Nieve Nieve y Espiritu Santo de Antioquia. El tramo es de trocha y descubrimos que ya conocíamos Nieve Nieve que por cierto con sus polvorientas fachadas pintadas luce un poco descuidado. En el camino se nos pierde Huaycan, no lo encontramos y los famosos canasteros de Chontay tampoco los descubro, mirando para el lado equivocado. Igual seguimos con el carrito ya entradito en años pero en buen estado. Todos nos dan diferentes referencias de la distancia en tiempo de Antioquia; desde media hora hasta 2 horas. Yo calculo 3 horas y albergo secretamente la esperanza de llegar tan tarde que ya no podamos regresar a dormir a Cieneguilla, añoro perderme en algún páramo aislado escuchando el trinar del abejorro que tanto pondera León y asumo que sin cable ni señal de cedular nos encontraremos por fin a nosotros. De pronto, luego de una hora, sorpresivamente saliendo de una subida oculta nos cachetea la aparición de Antioquia con un muro pintado y una callecita llena de palomas blancas que auguran el Espíritu Santo de verdad, hace siglos que no veo palomas blancas y mi coneja las aprecia de inmediato, a diferencia mía que recién caigo en la cuenta del nombre del pueblo y estas palomas. Nos tomamos 500 fotos pensando que esa callecita y su muro son el total de atractivos del pueblo pero ese muro alberga unas callecitas perfectamente empedradas, una placita idílica con una iglesia tan encantadoramente pintada que parece un retablo blanco enorme, las puertas de madera con colores que resaltan del blanco de las paredes y todas las casitas pintadas amorosa y artísticamente nos ofrecen un pueblito de muñecas que no esperábamos encontrar. Sus 1200 habitantes se conocen obviamente y los saludos entre ellos llevan siempre el nombre del otro. El sol de principios de tarde nos permite apreciar cada detalle de este cuento de hadas y tomarnos las fotos y videos con cada respiro que mi coneja y su padre no cesan de disparar sin misericordia. Yo quiero souvernirs. Ver y llevarme manzanas y membrillos pero como es un simple y vulgar martes de Mayo nada está abierto y a duras penas consigo en una bodega néctares y mermeladas que inmediatamente conforman mi tesoro turístico, la prueba física de mi salida de Lima. Ninguno de mis acompañantes me secunda en la idea de comer algo en el pueblo, la verdad que pensando que nos perderíamos en ese camino de trocha sin rumbo nos pegamos el atracón diario de comida chatarra que no falta en ninguna bodega del camino y estamos repletos pero contentos y sin mayor necesidad que llevarnos en la memoria y en el corazón este regalo de pueblito. Retornamos a Cieneguilla donde esta vez gana mi coneja y decidimos por fin, luego de varios intentos, albergarnos en la Casa del Gringo, llevando yo dos gringos adicionales. De camino, paramos donde una pareja de esposos que nos permiten saborear su deliciosa comida a la leña, poco promocionada y lejos de los precios y servicio turístico de los hoteles grandes e impersonales. Nos apena dejarlos; su rica comida y su calidez total pero su hospedaje da directamente a la calle y sus parras auguran muchas arañitas entrometidas con las que no queremos realmente compartir el lecho. El gringo en persona nos contesta y da la bienvenida en su pequeño paraíso terrenal. Sus perros nos olisquean y lamen a su gusto, mi coneja es feliz y yo también con tanta tranquilidad y belleza junta. Tomamos vino y compartimos con la Luna y con Lulu, la hermana postiza de Picasso, esta cálida noche de Mayo, al borde de la piscina, bajo la luz de una vela y con unas luces verdes alucinantes traídas por el gringo de China, junto con su intoxicación de piel, que le dan un ambiente intergaláctico a ese jardín de ensueño, mi coneja ha olvidado a los perros y Lulu entra a segundo plano, es hora de ver Rebelde y la casa del Gringo si esta globalizada.

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