Verde y roja es la decoración de este balcón, en este hermoso lugar que nos alberga en nuestro primer día de vacaciones.
Las abejas juguetonas y curiosas nos susurran coquetas, quieren saludarnos y se acercan peligrosamente mientras hacemos yoga; primero yo en mi set corto y luego W en su largometraje.
Los gallos no dejan de comentar las últimas novedades desde anoche e imagino que hasta inventan las noticias con tal de ser los últimos en tener la palabra.
Hace calor, el sol ya esta alto a pesar de la hora matutina y una opresión amenazadora en el pecho me impide respirar. Quizás este incubando una bronquitis que no estoy dispuesta a dejar salir antes de lo absolutamente inevitable.
Aun estoy aturdida con los recuerdos del fin de semana, borracha de sensaciones y certidumbres, que soy peligrosa, peligrosamente curiosa y temeraria en mi constante búsqueda, que bien puedo ser testigo pero también convertirme en protagonista suicida.
Por ahora estoy en este paraíso campestre, con mi gente, luchando cada uno con sus demonios internos, con sus yugos eternos para lograr dejarlos atrás en la ciudad y entregarnos sin reservas a esta naturaleza caprichosa y desafiante que nos da la bienvenida.
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