martes, 12 de mayo de 2009

El Rio de Manjarblanco








Es precisamente ahora, que me siento abatida, que necesito los recuerdos de los días pasados, en los que nuestra máxima preocupación era si el carro resistiría nuestro rumbo desconocido, o hasta donde el presupuesto nos permitiría llegar. Es ahora que el recuerdo del amanecer en la casa del gringo con los gemidos de las vacas se hace especialmente tranquilizador y placentero. ¿de donde salieron tantas vacas? Nunca lo supimos, no las vimos por ningún lado, seguro que son vecinas del gringo que nunca nos advirtió de tan ruidosa vecindad matutina y rumiante. Luego de las vacas notamos que el macho de Lulu esta suelto, un macho bello, marrón claro y fornido, con ojos de buen niño que seguro nos ha olido la noche anterior y reclama su porción de caricias.
Luego de volver a jugar a la cucarachita Martina haciendo el desayuno en el Kitchenete del Gringo logramos salir a la piscina, que belleza!!! El paisaje tropical que la rodea nos hace inmensamente felices, la compañía canina es deliciosa y W. y mi coneja se dedican a documentar nuestra breve pasada por este refugio especial. Jose nos explica como no perdernos en nuestro camino a Pachacamac, asi enrumbamos siguiendo el último tramo de la cuenca baja del río Lurin que tan alegremente nos ha acompañado en nuestro tercer día de vacaciones. Nos saltamos las Lomas de Lúcumo. El sol de medio dia y las ganas de llegar a nuestro destino mas distante; Lunahuana, nos motivan a dejar las Lomas famosas para otra corta vacación. Paramos en una panadería a preguntar el camino y descubrimos los cachito con manjarblanco mas gigantescos que hemos visto jamás. Los ojos de mi coneja se salen de admiración y compara en su cabecita los precios de Lima y de Pachacamac, la diferencia es tan grande como el tamaño, simplemente exorbitante. Yo pido un ejemplar, por lo menos para tenerlo en la mano y casi lo debo sostener con ambas manos, me lo como y resulta delicioso, con la medida justa de manjarblanco y al final………no me pareció tan grande……….
La Panamericana Sur vuelve a envolvernos con sus encantos conocidos. La puerta de los cerros de arena nos vuelve a fascinar y nos toca un día estival simplemente encantador. Los pancitos del horno artesanal componen nuestras merienda del camino, el helado de higo esta también de vacaciones y por fin al final de la tarde llegamos a Lunahuana donde se presenta difícil la elección del Hotel. Pasaremos dos días allí y será nuestro cuartel general de excursiones aun inciertas. Yo albergo la esperanza de volver a sentir el embrujo del río que me cautivo hace casi 15 años cuando conocí por primera vez Lunahuana, con la alegre compañía de mis progenitores traviesos y curiosos gracias a la bendición de un pequeño premio de lotería que nos hizo ser brevemente felices hace mucho tiempo. Luego de muchos vaivenes llegamos al mismo hotel, a la mole de cemento que Rafo Leon nos prohibe visitar pero donde resultamos quedándonos porque ese balcón que da al río es simplemente embrujante. Esas habitaciones amplias donde podemos olvidarnos del mundo cerrando la puerta y solo escuchando a ese río parlanchín y dicharachero compensan todo el horrible cemento que encontramos al salir de nuestro nido familiar, perdona Rafo, de veras que apreciamos tus consejos pero somos obcecadamente citadinos en nuestra elección y nada compensa sentir el río casi con solo extender la mano.

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