miércoles, 29 de abril de 2009

Gota de Rio y Susurro de Viento

J. llora y me parte el alma saberlo. No le he prestado mucha atención desde que llego, emigrando de Europa a esta locura sudamericana. No le di mucha importancia pensando que el gran salto que yo di a los 19 en dirección contraria era por lo menos igual de audaz, pero me parte el alma saber que cuando se comunica con su familia llora. Pensé que tenía todo; Juventud, belleza, inteligencia, una carrera universitaria brillante, las mejores propuestas laborales en Europa y viene a dar a mi costado, acompañando a un integrante de mi familia que ella terminará de criar.
J. llora cuando abre su corazón con su gente, via Skype. Anoche tomamos lonche juntas, bueno, juntas es mucho decir. Yo estaba sentada en calidad de bulto, contabilizando con segundero los minutos que le dedicaba a mi madre, también sentada en el comedor, entre el trabajo y la misa de difuntos del padre de V. J. me buscaba con al mirada, queriendo compartir pero temerosa de preguntar, se supone que en casa soy una eminencia que no se debe molestar, o la desquiciada ocupada que es mejor dejar en paz.
V. resulta también especial. Asistiendo a la misa de su padre nos enteramos que era un hombre fascinante que a sus 82 años hacia Yoga y era fanático de la bicicleta, de la música clásica, del sol, de la fruta y de su vocación de médico, los recuerdos de la misa son chocolates y unas flores encantadoras, endulzando la vida, embriagandonos con su candor y su mensaje de esperanza, pero sobre todo, haciendonos concientes de la transitoriedad de nuestra existencia.
¡Cuantos detalles que se me escapan en la vida diaria, de la gente que me rodea años, o que viene a integrar mi familia y que yo ignoro ostensivamente pensando que mi vida ya tiene demasiadas actividades, demasiada información, demasiados detalles, demasiados cariños!
Por lo menos se me iluminó el foquito o el Espíritu Santo me dio un soplo y se me ocurrió acompañar a V. en esta importante media hora. Felizmente mi madre me contó furtivamente de las lágrimas de J.; podría pasar la vida ignorando a todos y concentrándome solo en mi vida, en mi proceso interno, en mis amores compartidos sin percatarme que hay cosas fuera de mi Universo que también cuentan, que me enriquecen con solo darles más atención, que a veces es importante ser espectadora y no protagonista para jugar el papel importante en ese capitulo. Felizmente aterrice en mi lugar y me ubique en el desierto de arena para ser una arenita mas que recibe el sol que calienta y contempla las estrellas de noche, felizmente me asumo nuevamente gota de un río y susurro de viento.

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