miércoles, 19 de mayo de 2010

Vive la vida Loca

Invasión capitalina en el centro del mundo Nunca Cusco me pareció mas maravilloso y es que mucha gente querida llego de la capital.

Primero llego mi madre que con inmensa sabiduría nos hace sentir que basta mirar el maravilloso cielo azul cusqueño para sentirnos agradecidos por este regalo. Ella hizo de su presencia estas dos semanas una maravillosa excusa para afianzar lazos familiares y descubrir lugares místicos como el Santuario de Huanca; figura descubierta por el Indio Huanca que nos ofrece la Redención por medio del sacrificio de Jesucristo azotado;

Rostro humano de Dios,
rostro Divino del Hombre.

En la misa el único canto en quechua, me calo hasta los huesos, uniendo razas y clases sin distinción bajo esas estrofas mágicas;
Apu Jesucristo,
Dios huachay cuyqui,
canqui Dios canqui,
jurac hostia santa,

La fragancia de Eucaliptos y el sonido del agua corriendo, aun invisible, nos llenan de paz en este monasterio encallado entre los andes, como sus gemelos tibetanos, custodiado por los bosques de pinos, eucaliptos y molle , con el Vilcanota a sus pies, vigilando el Valle Sagrado serpenteado por esta miscelánea de cultura inca y religiosidad.

Luego llego la familia Peluche, que con sus jocosas discusiones nos mostraban un mundo lleno de ternura y comicidad, es absolutamente conmovedor ver como cada reproche es una declaración de amor inconsciente, eterno y sellado con esta experiencia inca compartida.

El inesperado grupo femenino de mi colegio, encontrado en el Fallen Angel me permitió descubrir la noche cusqueña, primero disfrutando exquisitamente cada detalle del precioso lugar, luego bailando sin parar en el Mama África registrando la guardianía celosa de la Catedral, la Compañía y la Merced husmeando majestuosamente en cada ventana de este lugar, recordándome quien soy y donde estoy; en el centro del mundo. La parada en el Piscuo fue mágica y reveladora, queriendo besar las estrellas que se encontraban tan cerca de esta terraza de ensueño, teniendo a Cusco a nuestros pies y brindando con los campanarios de nuestras guardianas eclesiásticas nuevamente. El Final de la noche chinchano-cusqueña en el Muki fue irresistiblemente desinhibido bailando frenéticamente los ritmos antiguos y modernos, zapateando los huaynos y cantando en un coro desconocido.

El grupo enorme del colegio S.U. compartió con absoluto entusiasmo juvenil la experiencia en el Fallen Angel, ya convertida yo en caserita y futura jaladora oficial del lugar, compartiendo nuestros hijos en el hotel momentos que no olvidaran y que sellan una amistad infantil especial.

La pizza compartida con el grupo de yoga fue deliciosa, no se si por los ingredientes tan frescos o por el momento compartido, al amparo de un horno artesanal y unas pastas echas a mano por las manos prodigiosas del dueño.

Descubrir el Yanapay con la princesa fue como volver a la niñez y encontrarse de pronto intensamente feliz como Alicia en el País de las maravillas, estas y otras experiencias con la princesa le dieron el toque especial y único a estos días inolvidables.

Hoy partió el último grupo hacia la capital y un llanto sin cesar me devuelve a mi realidad y soledad, con la esperanza de encontrar pronto amigos en este lugar maravilloso que aun no me abre el corazon de su gente pero que estoy segura cuando ocurra, será entonces imposible abandonarlo.

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