domingo, 9 de mayo de 2010

Via Lactea – Vilcamayo ( Vilcanota)

Dualidad, Compatibilidad, Yin y Yan, reflejos del alma en la tierra, reflejo del universo en el alma. Nuestros antepasados manejaban los elementos, los misterios, la naturaleza con una sabiduría que prevalece en los siglos. Si existe algo en la tierra, su complemento se encuentra en algún rincón, reflejándolo, devolviéndole el mensaje, complementándolo.
Así el camino Sagrado es la Vía Láctea y su par en la tierra es el Rio Sagrado, en el Valle Sagrado. Vivimos en el paraíso de esta tierra y nuestras ilusiones se reflejan en las miles de estrellas del firmamento. Somos individuos de un todo ordenado y nuestra existencia tiene su lugar irrefutable en el destino del universo. Somos un granito de arena en un desierto que sin nosotros dejaría de ser desierto, porque somos parte de un todo universal que refleja el amor divino.
Pisac, hermoso pueblo en el Valle, sinuosas curvas nos llevan en un cerrar de ojos a esa puerta del paraíso, paraíso interno de nuestros sueños. Sus callecitas, su mercado, sus cerros se sumen en una vorágine dominical de la cual se puede escapar alejándose solo unas cuantas cuadras del centro, donde la paz absoluta se burla del barullo, arrullándonos con una suave brisa, indiferente a la turbulencia turística. Hermoso inicio de un valle que con su rio sagrado nos invita a soñar; soñar que las curvas fluviales son nuestra vida llena de sorpresas, descubriendo valles fértiles en medio de los andes majestuosos, sombríos a veces, imponentes las mas, dejándonos manejar el cauce de nuestra existencia, decidiendo donde reposamos y donde nos volvemos incontrolables, donde nos sorprendemos nosotros mismos con nuestro proceder y donde somos predecibles. Valle sagrado, regalo de los dioses, vestigio de los Incas. Historia por doquier pero sobre todo ejemplo viviente que somos los herederos de una raza que sabe prevalecer a las vicisitudes del destino y de la naturaleza, que somos, como nuestra historia; únicos.

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