jueves, 9 de julio de 2009

Breathwalking de Sentidos

Breathwalking en el Olivar, volvemos a juntarnos los 4 mosqueteros en medio de risas y de bromas, tratando de encontrar la seriedad necesaria para oxigenar el cerebro y el cuerpo pero W. Con su encantador acento nos provoca mas risas, el espíritu travieso de los Socios se combina con el mio y el profesor termina riéndose igual que nosotros, sin poder comenzar.
Nos toca el ejercicio de los sentidos, luego de muchas caminatas debemos utilizar los dedos de las manos y cada dedo es un sentido,
Comenzamos con el indice, para ver........... ver lo que nos rodea, ver las hojas de los olivares con destelleos plateados por la iluminación, dejando traslucir un cielo nublado que comparte su frescura, ver los troncos de los olivares, en todas sus curvas y sinuosidades misteriosas, ver el pasto bajo nuestros pies, ver el aire quieto que nos susurra un invierno benevolente este año, ver las flores y plantas quietas, dejándose observar, ver las personas en su interior, ver la pareja clandestina gozando de estos momentos prohibidos y furtivos, ella muy joven y entregada, el ya maduro y embelesado con su Venus en brazos, ver el gato negro que se cruzo juguetón, augurándome felicidad, ver los chow chows en pareja, mitad osos, mitad leones, ver los enormes pescados de la poza que desaguan, presagiando un futuro de ballena en un estanque muy pequeño, ver los carros alocados que no comulgan con el entorno que atraviesan, ver la viejita que vende sus golosinas, desafiando el frió y el dolor de la edad, vernos a nosotros aun comulgando, en esta hora de juego y amistad.
Toca el dedo medio, hay que oler las misma hojas, en su verdor invernal, oler los arboles majestuosos en su madera de olivar, oler el pasto, oler el aire quieto y escurridizo, oler los movimientos de los que transitan en esta hora especial, oler la libertad que tenemos de estar aquí, oler el tesoro de poder movernos sin mayores achaques que los soportables, oler la humedad que evita que en este oasis de desierto todo sea arena, oler el alma del amigo que comparte este momento, oler nuestros sueños de mejores tiempos, oler el olvido de disfrutar este momento, oler la resaca de los pecados cometidos, oler el perdón por no actuar con mala voluntad, oler el resto de familia que nos queda, aun distanciados pero igual enraizados.
El dedo anular nos permite palpar, palpar los latidos de este parque centenario, palpar los sueños que pueden hacerse realidad, palpar las oportunidades que vienen y se van, palpar nuestro esfuerzo por conseguir hacerlos realidad.
Nos toca saborear, los socios y W. no pueden evitar sucumbir a palpar los besos que aun se pueden compartir, palpar los labios húmedos y tibios que estamos dispuestos a entregar, gustamos de realidades compartidas, gustamos lo dulce del ambiente, la amargura de la soledad, gustamos la acidez de la traición y el desencanto, gustamos lo picante de lo prohibido, gustamos lo efímero de todo lo terrenal.
Finalmente cerramos el puño, envolviendo los dedos y los gustos en un todo que nos devuelva el equilibrio emocional y sensorial, dando gracias por este hermoso momento de entrega total.

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