domingo, 26 de septiembre de 2010

don Carlos


Don Carlos esta postrado en una cama del Hospital Regional.
A sus 84 años es difícil pensar que alguna vez podrá retomar su vida normal, la de lector asiduo de la biblioteca municipal, lugar donde se cayó, para terminar en este lugar de las almas tristes.
No sé que de su existencia que me lleva siempre a sonreír. No sé si es por haber sido alumno de mi abuelo, en la facultad de abogacía, si es su vocabulario, que me recuerda a mi padre, no sé si es su figura escuálida, que me recuerda a mi madre, no sé que es al fin que hace que este señor octogenario me llene de ternura y compasión. Tiene buen apetito y disfruta de cada fruta y periódico que le llevo, utilizando la entonación y vocabulario de mis ancestros, llenándome de recuerdos.
Mi primo S. me aconseja grabarlo porque es una biblioteca andante, y como toda persona ya bastante mayor es demandante, peleonero y quejón pero quitándole esas mañas de la vejez, es un caballero de la triste figura, como diría mi madre, haciéndole cara a la vida como un mozalbete, exigiéndole al destino sea justo con él hasta el último segundo y le permita vivir dignamente, es un caso más de este gran hospital de las miserias, donde la gente se endurece trabajando y se ilumina padeciendo.

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