miércoles, 25 de agosto de 2010

Hypoclorito

Leyendo el nombre de Ficedula Hypoleuca me viene a la memoria Hipoclorito, mi amigo de la adolescencia, ese que nació en una clase de Química como único receptor de mis inquietudes y sueños. Hipoclorito me enterneció desde el instante en que escuche su nombre, enclaustrado en un mundo químico donde divagaba perdido, con sus otros hermanos cloros mayores y menores del gran clan del cloro. A Hipoclorito nunca le interesaron sus virtudes y desventajas químicas, si se unía a alguien lo hacía por pura “química” sin importarle las reglas y así se unió a mí, en un cuarto o quinto de media de la profesora Adrianzen que nunca supo que nos había unido de por vida.
Se lo confesé al innombrable que se Moria de risa cada vez que le contaba las historias de Hipoclorito y de alguna manera se enquisto en mi corazón sin volver a salir a mi conciencia por los 500 años que duro mi sueño literario. Hace un tiempo asomo la nariz para ver cómo me encontraba y se volvió a meter a mi corazón oculto, quizás esperando el momento de salir nuevamente, a acompañarme. Hoy Hipoclorito conoce Fiona y estoy segura que entre mis dos angelitos, compartiremos esta nueva aventura andina, llena de sorpresas como sus andes, llena de color como su cielo, llena de esperanzas como sus nubes.

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